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Estudio de la Estación Biológica de Doñana reconstruye la historia de las especies que introdujo Felipe II

HUELVA, 7 (EUROPA PRESS)

Un nuevo estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana ha reconstruido las motivaciones y acciones que llevaron a la introducción del lucio, la carpa y el cangrejo de río en la Península Ibérica durante el reinado de Felipe II, para ello, se ha revisado la documentación histórica original y trabajos previos.

Según ha indicado el CSIC en una nota de prensa, la información que ofrecen los documentos históricos permite introducir “una perspectiva a largo plazo en el estudio de las invasiones biológicas, necesaria para entender el progreso de las diferentes fases del fenómeno”.

En este sentido, según ha señalado el investigador de la Estación Biológica de Doñana-CSIC y autor del estudio, Miguel Clavero, las invasiones biológicas son un “importante motor del cambio global y tienen su inicio en la introducción de organismos en lugares en los que estos no existían y con el aumento y la aceleración del transporte la introducción de especies no ha dejado de crecer”, pero “las introducciones no son un fenómeno moderno”, ya que “se han producido desde hace milenios”.

“Por ejemplo, los polinesios llevaron ratas por las islas del Pacífico, los aztecas importaron distintas especies de aves de regiones lejanas y el puercoespín africano fue introducido en Italia hace unos 1.500 años. Las introducciones antiguas son difíciles de conocer, pero en ocasiones contamos con un buen registro documental para describirlas”, ha explicado el investigador.

Precisamente, este es el caso de las que se realizaron en el siglo XVI hacia la corte de Felipe II. Desde sus viajes como príncipe heredero, según ha explicado el investigador, el monarca “quedó prendado de la jardinería centroeuropea e incorporó muchos de sus usos en los exteriores de los Sitios Reales”. Entre estos, “se construyeron estanques a la manera de Flandes que se poblaron con las especies acuáticas más populares en Centroeuropa, ausentes en la fauna ibérica”.

“La abundante documentación generada por la administración de Felipe II y conservada en archivos españoles y extranjeros permite reconstruir estas introducciones de fauna acuática con una notable precisión espacial y temporal, como demuestra el estudio recién publicado en la revista Fish and Fisheries”, ha detallado Clavero.

EL INICIO DE LAS GESTIONES

De este modo, el estudio parte de diversos documentos fechados entre 1562 y 1563 en los que se muestran el inicio de las gestiones cortesanas para importar carpas, lucios y cangrejos de río, ya fuese desde Flandes (opción que se descartó por la difícil logística) o desde Francia. En 1564 se enviaron dos expediciones independientes para conseguir en Bayona peces para los estanques reales, lideradas por sendos maestros neerlandeses “de ‘hazer’ estanques y criar pescados”, ha señalado el investigador.

Asimismo, el estudio señala que el primer intento de transportar los peces “se topó con fuertes tormentas de nieve, que forzaron a depositar en los últimos días de 1564, ocho carpas y 28 lucios en el estanque del Monasterio de San Juan, en Burgos, en lo que constituye la primera introducción de ambas especies en España”.

Asimismo, se realizó un segundo intento que consiguió hacer llegar 39 lucios vivos a la Casa de Campo en febrero de 1565, pero “las carpas habían muerto durante el trayecto, por lo que la expedición fue enviada de nuevo a la frontera francesa”. Dos meses después volvían los expedicionarios a la Casa de Campo con seis carpas y dos tencas.

Estas expediciones “no fueron capaces de obtener cangrejos de río en Bayona, y varios documentos mencionan la intención de conseguirlos en Burdeos”. Sin embargo, esa importación no se produjo. En 1565, Felipe II “había conseguido adquirir carpas y lucios pero no los cangrejos”. El interés cortesano por los cangrejos se reactivó dos décadas más tarde, al menos desde 1583, poniendo ahora el foco en la Toscana de los Medici, apunta el estudio.

Por otro lado, el investigador ha detallado que las cartas conservadas describen el “gran contento” con el que recibiría Felipe II la llegada de esos cangrejos. El envío se produjo finalmente en 1588, cuando “algunos vasos” (toneles) de cangrejos vivos se embarcaron en Livorno rumbo a Alicante, y de allí a los Sitios Reales, a cargo de un hombre que, según los documentos, había hecho “espirienzia de tenerlos tres meses vivos”.

“Este origen toscano de los cangrejos de río ibéricos, a los que curiosamente llamamos ‘autóctonos’ casa a la perfección con la identidad genética de las poblaciones de ambos territorios, que forman un único grupo”, ha explicado Miguel Clavero.

EL ESTABLECIMIENTO DE LAS ESPECIES

Asimismo, el artículo muestra que, aunque la introducción del lucio “fue inicialmente exitosa”, la especie “no fue capaz de establecerse a largo plazo”. Así, a principios del siglo XVIII, Felipe V volvió a importar lucios desde Bayona hasta los Sitios Reales, de nuevo “sin generar poblaciones sostenidas”.

De este modo, según ha reseñado Clavero, la actual presencia del lucio en España “se origina en la introducción realizada en 1949 por la administración franquista que, curiosamente, volvió a producirse en los Sitios Reales (Aranjuez)”, mientras que la carpa “sí pareció establecerse desde la introducción real, y a finales del siglo XVI la especie estaba presente en otros estanques de palacio de la nobleza, relacionados con la corte”. La expansión de la carpa “fue lenta en España, probablemente porque nunca se incorporó a las tradiciones culinarias y solo se convirtió en una especie frecuente en el siglo XX”.

El trabajo recién publicado señala que “se conoce aún poco de cómo el cangrejo de río pasó de ser una exclusividad cortesana a un popular bocado, aunque existe interés en seguir trabajando en esta línea”.

“Los documentos analizados en este trabajo habían sido estudiados previamente, pero probablemente por personas que no daban importancia a la identidad de las especies. Por el lado contrario, quienes estudian la biodiversidad acuática desconocían o no valoraban la información que atesoran los archivos históricos”, ha detallado el investigador Miguel Clavero.

Por este motivo, el artículo señala la “necesidad” de desarrollar estudios interdisciplinares, en los que la información generada por diferentes ramas de la ciencia “permita conocer y describir procesos y eventos complejos.” Entre estos se incluyen las invasiones biológicas, pero también, de forma más general, la variación de los sistemas naturales y la biodiversidad que contienen un conocimiento crucial a largo plazo para “evaluar la magnitud del cambio global en el que está inmerso el planeta”.


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