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Según McKinsey, la manera de preservar la estabilidad económica y el bienestar mundial es mediante un aumento significativo en la productividad

MADRID, 8 (EUROPA PRESS)

Solo acelerando la productividad se conseguirá salvaguardar la solidez económica, el balance global y la riqueza en el mundo, según un estudio de la consultora McKinsey & Company que analiza cuatro escenarios futuros de inflación, tipos de interés y crecimiento hasta el año 2030.

El informe ‘El futuro de la riqueza y el crecimiento pende de un hilo’, elaborado por McKinsey Global Institute (MGI), explica que la inflación de los precios de los activos en las dos últimas décadas ha creado unos 160 billones de dólares en “riqueza de papel”. “Mientras que el crecimiento económico se ralentizaba, la desigualdad aumentaba y cada dólar invertido generaba 1,90 dólares de deuda”, afirma.

Sin embargo, “las actuales oscilaciones del sistema financiero pueden indicar un cambio duradero en la forma en que el mundo presta, pide prestado y crea riqueza”, según MGI.

El estudio de McKinsey expone que el crecimiento del balance global –el equilibrio entre la riqueza y la salud de la economía (analizando los activos y pasivos de los hogares, las corporaciones, los gobiernos y las instituciones financieras)– se aceleró aún más con la pandemia, con 3,40 dólares más de deuda por cada dólar de inversión neta en 2020 y 2021. Además, a finales de 2022, la inestabilidad económica mundial ya se había hecho patente y ese año los hogares perdieron hasta 8 billones de dólares de riqueza.

CUATRO POSIBLES ESCENARIOS FUTUROS

De los cuatro escenarios analizados por MGI, hay tres que “no son muy esperanzadores”. En el primero, descrito como de “vuelta al pasado”, la volatilidad podría ser temporal y la expansión de los balances podría reanudarse, ya que el ahorro volvería a subir el precio de los activos existentes en lugar de destinarse a inversiones productivas.

En la segunda hipótesis, que MGI denomina como “mayor durante más tiempo”, el crecimiento puede ralentizarse con una inflación y unos tipos de interés persistentemente elevados.

Olivia White, socia sénior y directora de MGI, ha señalado que “las turbulencias de los últimos tiempos son una sacudida para el sistema tras décadas de aumento de la riqueza en papel y de la deuda”.

“Nos dirigimos hacia una era que puede no parecerse en nada a los últimos 20 años”, ha advertido White, que sostiene que el amplio abanico de caminos que se abre “exige pensar más a largo plazo y planificar múltiples escenarios” porque “ya no bastará con reaccionar a los cambios del entorno macroeconómico”.

Por su parte, Alejandro Beltrán, socio director de McKinsey & Company, ha defendido que, pese a la creciente preocupación por que la inflación se consolide, “volver a dos décadas de escasa inversión, bajos tipos de interés y exceso de ahorro, con la consiguiente ralentización del crecimiento del PIB, aumento de la desigualdad y expansión incesante del equilibrio mundial, tampoco parece el mejor escenario”.

El tercer escenario que identifica el informe es el de “restablecimiento”, que supondría un desapalancamiento prolongado y una fuerte contracción de los precios de los activos. Por ejemplo, el valor de la renta variable y del sector inmobiliario estadounidense podría caer más de un 30% de aquí a 2030.

ES URGENTE ACELERAR LA PRODUCTIVIDAD

Por último, el cuarto supuesto, en el que se produciría una aceleración de la productividad, sería el más deseable, según McKinsey, porque solamente en este caso “se combina un fuerte crecimiento de la renta, la riqueza y la solidez de la economía global”. Así, el crecimiento económico alcanzaría la estabilidad entre la riqueza y la salud económica.

Según el estudio, el impacto diferencial de los distintos escenarios sobre la producción económica es enorme, pero las consecuencias para la riqueza y la solidez económica mundial son aún mayores.

Un reajuste del balance en Estados Unidos reduciría el crecimiento anual del PIB per cápita en 1,7 puntos porcentuales, comparado con un escenario de aceleración de la productividad. Además, la riqueza total de los hogares estadounidenses se reduciría en 48 billones de dólares.

Beltrán ha comentado que, “en el peor de los casos, el endurecimiento de las políticas y el aumento de la incertidumbre podrían desencadenar un reajuste tanto de la riqueza como de la salud económica, acabando con 30 billones de dólares de riqueza en papel sólo en Estados Unidos”.

“Muchos activos financiados con deuda acabarían ahogados, lo que llevaría a una década de laborioso efecto palanca invertido. Pero una aceleración de la productividad es posible y es hoy más urgente que nunca”, ha destacado.

INVERTIR EN TECNOLOGÍA Y CAPITAL HUMANO

Por último, el análisis de MGI indica que, para acelerar el aumento de la productividad, habrá que contrarrestar aspectos como el envejecimiento de la población activa o la mayor complejidad de las cadenas de suministro mediante una inversión bien dirigida para aprovechar el valor de la tecnología y del capital humano.

“Si los líderes empresariales y públicos canalizan más inversión hacia la aceleración del crecimiento de la productividad, se puede llegar a un resultado en el que el rápido crecimiento del PIB mejore la riqueza y la salud de la economía global “, ha concluido Beltrán.


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