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Pontevedra, A Coruña y Ourense registraron caídas del PIB de en torno al 9% en 2020 y en Lugo bajó un 8%

Las provincias de las islas, Málaga, Gerona y Alicante experimentaron los mayores descensos, por la movilidad y el peso del turismo

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 10 (EUROPA PRESS)

Pontevedra, A Coruña y Ourense registraron caídas de su producto interior bruto (PIB) de en torno al 9% en 2020, mientras que en Lugo bajó un 8%, según los datos que publica este miércoles el Banco de España.

En concreto, en esta distribución de la evolución económica por provincias, la disminución de Pontevedra, del 9,2%, se situó a la cabeza en Galicia. Le siguió de cerca A Coruña, con una reducción del 9,1%.

Por su parte, Ourense se anotó un retroceso de su PIB del 8,9%, mientras que la economía de Lugo fue la que experimentó un menor impacto, al caer un 8%.

En el conjunto estatal, las provincias de Baleares (-27%) y las canarias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, junto a Málaga, Gerona y Alicante, registraron las mayores caídas del PIB el año pasado, que estuvo marcado por la “heterogeneidad” del impacto de la covid, siendo mayor en las zonas con mayor peso del turismo e incidencia en la movilidad.

Así se desprende del artículo analítico ‘La evolución de la actividad en las provincias españolas a lo largo de 2020 y sus determinantes’, publicado este miércoles por el Banco de España, que constata que el impacto de la pandemia sobre la actividad ha sido “muy heterogéneo” por provincias, siendo las insulares y las del arco mediterráneo las más afectadas.

CAÍDA DEL 11%

El PIB español registró una caída del 11% en 2020, una de las más acusadas entre los países desarrollados, lo que contrasta de modo “desfavorable” con la contracción de la economía mundial (del 3,5%, según el FMI), subraya el Banco de España, que explica que el perfil trimestral del PIB en nuestro país estuvo condicionado por la evolución de la pandemia.

Tras el descenso intertrimestral del 5,3% (-4,2% interanual) en el primer trimestre, el mayor retroceso se produjo en el segundo, con un desplome del 17,9% (-21,6% interanual), como consecuencia de las severas medidas de confinamiento asociadas a la primera ola, en tanto que la progresiva desescalada permitió una fuerte recuperación del 16,4% (-9% interanual) en el tercer trimestre.

Sin embargo, señala que las medidas de contención introducidas para frenar la segunda ola a lo largo del cuarto trimestre “impidieron que se produjera una significativa recuperación adicional de la actividad”, dado que el crecimiento del PIB fue “marginalmente” positivo, del 0,4% (-9,1% interanual). Todo ello con una “acusada heterogeneidad” del impacto por ramas de actividad e igualmente “extraordinaria” por provincias.

Las estimaciones del organismo supervisor apuntan que solo diez provincias habrían registrado caídas de la actividad mayores que la media nacional (11%), pero su peso en el PIB total de España es aproximadamente de un 33%.

Entre los retrocesos más acusados en el conjunto del año destacan los de Baleares (-27%) y las provincias canarias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife (-21% y -19%). Les siguen los de Málaga (-17%), Gerona (-14,2%) y Alicante (-13,5%). Estas seis provincias se caracterizan por que el peso del sector turístico, sobre todo el ligado a la demanda extranjera, en la actividad provincial es especialmente alto.

Por el contrario, las provincias con descensos más moderados habrían sido Extremadura (con caídas del -5,3% tanto en Cáceres como en Badajoz) y Castilla-La Mancha, además de Zamora (-6,4%) y Teruel (-7%), que en todos los casos presentan una menor exposición al turismo y un mayor peso de los sectores menos afectados por la covid-19, como la agricultura y el sector público.

El organismo explica que la exploración de los datos a nivel provincial pone de manifiesto diferencias que no se perciben a nivel de las CCAA, ya que, por ejemplo, la provincia de Lleida muestra una caída del PIB del 8%, debido al menor peso de los sectores más expuestos a la crisis sanitaria, frente a los descensos de las tres provincias catalanas costeras, por encima del 11%.

Además, la heterogeneidad entre trimestres fue notablemente mayor en el tercer y cuarto trimestre que en los dos primeros, como lo demuestran los coeficientes de variación de las tasas interanuales: 0,1 en el primero, 0,3 en el segundo, 0,6 en el tercero y 0,5 en el cuarto.

Este rasgo podría estar vinculado al hecho de que las restricciones a la actividad introducidas en la fase inicial de la pandemia afectaron a un número mucho más elevado de ramas, por lo que la composición sectorial de la actividad habría influido en menor medida a la hora de explicar la heterogeneidad en la trayectoria del PIB de las distintas provincias.

Por último, analiza diferentes perfiles de comportamiento entre provincias en distintos trimestres. A modo de ejemplo, apunta que las provincias aragonesas de Teruel y Huesca registraron en el segundo trimestre caídas mucho más moderadas (-13,5% y -15,1%) que el agregado nacional (-21,6%), mientras que en el cuarto trimestre sus retrocesos (-6,6% y -8,5%) se aproximaron más a la media (-9,1%).

LOS FACTORES DE LA HETEROGENEIDAD: TURISMO Y MOVILIDAD

En cuanto a los factores que explican la heterogeneidad del impacto, concluye que un mayor peso del turismo, sobre todo extranjero, en la actividad provincial, una mayor proporción de empleo temporal, así como un menor peso del sector público y niveles más bajos de movilidad ciudadana, estuvieron asociados con mayores caídas de la actividad.

Sin embargo, una vez controlados estos efectos de la movilidad y la estructura económica, el exceso de mortalidad derivado de la pandemia “no parece ser una variable significativa a la hora de explicar diferencias en la evolución del PIB provincial en 2020”, según el Banco de España.

La movilidad es la variable más importante, ya que explica un 35% de las diferencias provinciales en el PIB. Adicionalmente, la relevancia del turismo total y del turismo extranjero explica, en conjunto, algo más del 20%, mientras que las contribuciones del peso del empleo público y la temporalidad en el empleo asalariado total son de un 3% y un 1%, aproximadamente. El resto de las diferencias (cerca del 40%) son explicadas por los efectos fijos trimestrales.


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